viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Te acuerdas cuando te dije que debias llamarte Sabina?


Sabinita.
Son las cinco de la mañana aquí en el astillero, al sur de la ciudad, espero a una lancha que me lleve al puerto, llevo veinte cajetillas de cigarrillos, una guitarra para que me acompañe, la foto de los dos esa noche cuando nos dimos el primer beso, y una mochila con tres camisas, cinco calzoncillos, un par de medias, y tu libro de Saramago que olvidé devolverte. Según lo planeado la lancha debe estar aquí en unos cuarenta y cinco minutos, de ahí tomaré un barco que me lleve a Lima, y desde Lima, un bus, auto, burro, no sé, que me lleve hasta Valparaíso, me tocará cruzar el desierto sólo, por eso llevo también mis gafas preferidas y mi protector solar. Espero que te encuentres bien, y le pido a Dios que nada te pase ahora que te encuentras sola.
Esto, mi querida, no es cuestión de tres, salpica en tu futuro mi incontenible amor, y yo te quiero tanto, yo te quiero con rabia, yo te quiero con pasión, amor purasangre, ten la certeza de que yo te levantaré de donde estas, yo seré tu sol.
Y parecía el cielo porque amaneciste conmigo aquella vez, yo no podía moverme, y no quería tampoco, sólo quería sentir tu respiración tan cerquita, como para morirse ahí mismo y no quejarse de lo vivido, aunque para ser feliz no cuenta mirar atrás. Estoy seguro que no lo notaste, pero yo no dormí, me la pasé pensando en vos a cada instante, quería regalarte cada minuto, vi el amanecer contigo, yo con los ojos abiertos, y tú con los ojos cerrados.
No puedo olvidar cuantas veces me doliste tan adentro, y te confieso que en un par de momentos te odié de verdad, pero aprendí a entenderte y a no juzgarte, a aceptarte, y a no molestarte, a vivirte, y a no enjuiciarte, mientras el resto te apuntaba con el dedo, yo me alejé de vos un par de veces, para darte tu tiempo, darte la soledad que tanto se necesita, y para que así de pronto me extrañes, y te des cuenta de que este hombre, con un millón de defectos, te quería de verdad.
No creo saber porqué las cosas llegan al final, ni porqué los sueños saben a jarabe para la tos; mi guitarra sólo tenía cinco cuerdas ya que un tarado enamorado la abandonó hace algunos años por un amor más disfrazado que payaso en matiné. No entiendo porque eres tan gentilmente hermosa, ni tan hermosamente despistada, no sé a que te dedicas exactamente, porque no sé que te dedica la vida todas las mañanas cuando despiertas, sólo sé que sueño con abrirte los ojos con un beso, y cerrártelos con otro más dulce cada noche. ¿Y si hablamos de pasados?..No recuerdo lo que me pasó ayer, ni a la ingrata que se fue, no me gusta recordar, y en serio que con vos ya no caben más pasados que el presente, ni más futuros que signos de interrogación, porque la monotonía pesa y ¡cómo duele! deberías saberlo mejor que yo, que has dejado a un lado tantas cosas por pretender ser de otros y no de ti misma, eso me pesa tanto.
Quiero conocerte más, y que ese vinito no se acabe nunca, quiero colgarte una estrella en tu pelo, y ver si al fin dejamos de darnos a la tecnología, ahora que nos putean el papel y la tinta, no cae mal un amor de correo postal, ni una lluvia de madrugada. No sé porqué no me respondes, sólo quería que sepas lo que pensé cuando te vi una de tantas veces, y tú no te diste cuenta.
Yo no sé como demostrártelo, peco de sinceridad al declararte esto, yo no sé tantas mañas, peco de transparente, peco de insólito, peco de anarquista, pero también peco de amor; y sé, que la vida es corta, y que el amor no es perfecto, esa vez cuando me gritaste y te grité, supe que el rencor a veces cuenta, que nos vale, nos sirve, en serio, para apreciar las cosas buenas.
Me es tan despreciable mi pasado, y es raro, el tuyo no.
Me enteré de tantas cosas, pero no reaccioné como cualquier hombre, sino como uno que descubre la realidad, inesperado, lo sé, y pocas veces uno tiene ese privilegio, de tener tanto en las manos, de ser tan humano, más que el resto, y es que el amor es así, el real, el malo, el puro, el blanquinegro, el único, el que cuenta, el que yo aprendí contigo.
Me dolió que me dijeras que parecía un imbécil temblando esa noche cuando discutimos, no sabias que era un efecto de mi descontrol nervioso en el lado derecho de mi cerebro, por eso me descontrolo cuando siento subir mi ansiedad, y esa noche sucedió; de eso, te estas enterando ahora en este momento. Me dolió que me ignoraras tantas veces, al punto de ser tú sólo a ratos mía, mientras yo era tuyo siempre. Cómo olvidar esa tarde, cuando pensabas que pretendía amarrarte a mi, y cuando te fuiste, y querías irte sola, y yo iba detrás de ti, y tu poco maquillaje se hacia nada con tu cara triste, entre tus lentes negros se te perdía la mirada, y me caló en lo más hondo verte así.
Mi dulce, yo te ofrezco otra vida, otro mundo, aunque tenga que sacarte del país, aunque tenga que soportar las piedras que me lanzan, aunque ponga el pecho a tus balas, y me dispares tantas veces. Te di tiempo, te di soledad, compañía, comprensión, y la vida es así al final de cuentas, y estoy seguro de que tú y yo seremos felices, y bien lo sabes.
Esto me suena más a una historia mal hecha, contada al revés, y no al derecho como pretendías, pero espero que te des cuenta de que es real y pura, como tiene que ser vivida.
“No me dejes con la mano extendida, déjate querer...” me estremece la cabeza cuando te dije eso en esa tarde de Noviembre, tu mirada perdida, tus manos vacías, tú creyendo que estas sola, y yo gritándote que estas conmigo.
Es algo raro como nos ponen en la otra orilla, luego de haber-nos cruzado la vida, yo hace dos años estuve en tu situación, solo allá en el norte donde hace frio, y ahora tú, sola allá en el sur donde también hace frio, pero esta vez, a diferencia de la primera, el protagonista no estará sólo, yo estaré contigo, im-pediré que la vida te haga lo que me hizo a mi, no sé si lo logras comprender mi amor.
A lo lejos veo las luces de la barca, debo marcharme, te escribiré cuando llegue a Lima, créeme que me siento vivo, mi preciosa, y veo con alegría cuántas cosas hemos vivido juntos, buenas y malas, yo siendo tuyo y tú siendo mía, codo a codo en la calle como decía el poema de Benedetti.
Espero verte en un par de semanas, y juro por Dios que la próxima vez que te vea te pediré que seas mi novia, que estés conmigo, que volemos juntos, y que seamos de una vez por todas felices, asesinando al pasado. La vida es una cárcel con las puertas abiertas, y todo esto lo escribí porque lo sentí, abre los ojos Sabina Villar, y no mires atrás.
Porque la medida de vivir contigo no se compara a ninguna de tus cosas, en el cielo, en el infierno, somos reales, los dos, cuando estamos juntos.
Aunque ahora, no imaginarias lo arrepentido que me siento... por haberme suicidado esa noche. ¿Sabes cómo se llama eso?


Tuyo siempre, Marcelo Marconie.

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