domingo, 1 de mayo de 2011

Todos contra todos (para Barcelona Sporting Club, en sus 86 años)

Yo era un niño tan desobediente
Que jugaba a guardarropas con ansío.
Mi padre me llevaba de la mano a ver a La Capira, yo con 2 añitos
Y un día que ni me acuerdo, le fui infiel al Reales Tamarindos.

Mi hermano, que luego fue un diez imparable y petizo
Me puso una campanita tilín de color amarillo
No sé si estábamos huérfanos de historia en el ombligo
Que los dos, barcelonistas nos hicimos.

Y empezaron los viajes cada domingo viendo al Beto Alfaro Moreno
Metiéndole un gol con la zurda al corazón,
Reclamando a este hijo perdido, en cada pase que a Gilson de Souza le tiró.

Tenía, más o menos, unos 7 años,
Y lloraba cuando el Monumental quedaba grande,
Leí un día, que en el `90 un hijo de puta nos quitó la Libertadores
Un referí uruguayo,
Un tal Juan Carlos Loustou,
Que en el bolsillo se guardó la historia y los pesos pagados por no pitar penales.

Y yo que vuelvo cuando me voy,
Me hacía un tajo en la espalda cuando a la B casi nos fuimos,
Escuchando por radio el gol de Perlaza,
¡Qué frentazo con el alma!
Que metió con el botín de Carlitos Muñoz, que jugaba en el cielo por exilio.

Para recordar la semifinal contra River
O el gol del Matador al rival eterno,
Que se metió al fondo de los piolines,
Como nuestra gloria que luego Liga recogió en el subsuelo.

Esa copa era nuestra, esa vuelta olímpica en el Maracaná,
Esa final contra el Manchester,
Ese beso colgado,
Esa lloradera por fallar el penal,
Ese globito encima de la barrera,
Ese diablo Etcheverry enjaulado
Que contra Vasco Da Gama no pudimos contar.

¡Qué manera de besar el escudo las tetillas!
Cuánto robo politiquero a nuestro club,
Qué vaivén de cielo y de infierno en contravía,
Qué lluvia después de no verte campeón.
Catorce años escondidos en un libro de recetas
Empolvados como anfetaminas ponzoñales
Que tardan en volver como cielo sin auroras,
Que mueren por ser lo que eran antes.

Y al fin y al cabo, Barcelona es todos contra todos,
Como dice la pared de la platea,
Porque mueren los lunes cuando pierdes,
Y se vuelven a recostar las gradas con dulcineas.

Cuando fui a despedir a Spencer,
Y me quedé sin voz pero con el gol contra Cerro en Asunción,
Cuando nos pitaron quince minutos en Ponciano,
Y el penal no repetido contra Olimpia por Loustou.
Cuando le ponen al estadio el nombre de Isidro
Cuando tuvo que ser Castells o Chuchuca,
Cuando llueve un diluvio de palmadas en el `98 contra el Quito
Y el soplo de lo eterno por la nuca.
Astillero de sueños y estados de ánimo,
Hermanito menor del Culé.
Jauría de dioses ateos,
Fantasías de goles con frio.
Para haber vivido, hay que haberse mordido el alma en el Monumental
Darle una palmada en el hombro al olvido,
Porque barcelonistas somos todos, menos unos cuántos más.

(Para Barcelona Sporting Club, en su aniversario No. 86)

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