domingo, 15 de mayo de 2011

Arlequín

Una noche de tantas aprendí
Que a la madrugada como pieza de alambrada
No se la besa en la luna.
Que los ripios del corazón enchufado se quedan durmiendo
En el piso de arriba de una libreta de contrabando,
O debajo de la falda de alguna.

Un viajero precolombino
Aburrido de todo y de lo mismo
Que se fuma el pulgar dentro de su burbuja,
Haciéndose taciturnas las ganas de desamor del olvido.

Un quiéreme hecho dependencia
Lustro de décimas e incandescencias
Que piden otra de vodka en la barra del plomero adjetivo,
Tan cobarde, como el papel a rayas que no tolera un verso fuera del margen.

Tanto hastío,
Cuando se empañan dos besos seguidos
Por la fidelidad, que es libertad con sobornos.

Aunque querer es como un pañuelo,
Que sirve para secarse las lágrimas,
Pero también para soplarse la nariz.

Y las mañanas cabalgan,
Y el amor se acaba,
Y los días con nombres,
Y las noches sin carnet, bastardas.

Y las putas con sotana,
Y el fogón de las carnicerías,
No te desilusiones si no despierto en tu cama,
Y al ver por la ventana,
Me sorprendes pidiendo un taxi en la próxima esquina.

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