domingo, 16 de octubre de 2011

Sin daños a segundos

Sobra lo que falta,
Entre algunas cosas las ausencias.
Todos los besos de despedida con sal,
Llega la tormenta
Con la primera que pretende dejarse llevar.
Sin daños a segundos,
Tú siempre aquí, yo nunca allá.
Al martes sin lunes ni futuro
Ya no le da por preguntar.
Sin daños a segundos,
Se infartó de tanto esperar el reloj.
En un cajón profundo,
Con alma de nudo, te guardo insolente el corazón.
Podrás consolarte con imanes y juguetes
O que te digan siempre que oui,
Mientras asoman al filo de los sostenes
Como el sheriff de los viernes,
Las manchas de alquitrán que te di.
Sin daños a segundos,
Edredones que duermen con el alma cansada,
Enciendo un cigarrillo,
Me pongo a fumar y pensar de madrugada.
No te desveles si sabes que sueño,
Que un coñac y que fumo de más.
Que te echo de menos, siempre de menos,
Las escaleras también sirven para bajar.
No tolero dormir sin que tu espalda me dé la espalda
Y en otra boca ver tu antifaz,
En otro balcón tu falda,
Y en otra comisura tu Pantene, tu labial.
Tres veces por semana irse a la cama
Y no quererse tocar.
Una semana del mes en la almohada,
Muere la venganza de no saberse besar.
Sin daños a segundos,
Muere de frío la cama,
Se aquilata el despecho y los asuntos,
Los te quiero, las ganas atropelladas.
Sin daños a segundos,
Mujer inteligente, toca esperar,
A que sea domingo irresponsable,
A que el olvido me quiera olvidar.
No preguntes por qué con ella y no contigo,
Que el cielo suda y los ojos se ensucian
Como semanas caducas
Cuando muerden la manzana del olvido.
Sin daños a segundos,
Se marchitan las tarjetas de florerías,
Se intoxican con recuerdos los muslos,
Como la casa oliendo a oficina.
Sin daños a segundos,
Bailan tango las colillas,
Suenan los ecos de los cuartos,
Mientras se roban el queso de la cocina.
Sin daños a segundos,
Ni terceros ni primeros,
En la cama sobra lo que nunca estuvo,
La memoria, el recuerdo.
Sin daños a segundos,
Tú siempre aquí, yo nunca allá,
Con la ventana en claroscuro,
Te miro desnuda,
Y me da por quererte volar.
Ya no estoy para más Alavalcívar
Si en mi cama no transpira
Tu corazón hecho mujer,
Ya no tolero la resaca, las recetas prescritas,
Sin la agenda suicida de las aceras de tu piel.
Sin daños a segundos,
Sin mirarnos por cobardes,
Con los ojos llenos de rímel y minutos,
La noche helada y menguante.
Sin daños a segundos en la ventana,
Julieta sale a morderse la boca,
Madrugar la primavera con sotana,
Porque quererte es querer quererse
Dentro de los hilos de tu ropa.
Sin daños a segundos en ascensores
Directo a Cimetière du Père-Lachaise
La soledad siempre resulta ser la consorte,
De los cuartos caídos del corazón al revés.

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