sábado, 8 de octubre de 2011

Amapola de cama.

Que no te cieguen los ciegos,
Que no te dé por dejar de fumar,
Que no te enteres cuando siento,
Que el corazón usurero paga muy mal.

Que no te pinten las pestañas,
Que no te digan que no,
Que no te ensucien la espalda,
Con años de venganza, que no te den un reloj.

Que no te regalen falsas nubes,
Que los treinta se dejen tocar,
Que los veintisiete de octubre sean siempre lunes,
Para volver a empezar.

Que se te pierda el mapa,
Cuando algún imbécil te espere en algún lugar,
Que no tenga abismos la cama,
Que te lleguen las cartas,
Que no te hagan dudar.

Que no te enamore Manhattan,
Que no te roben los sueños,
Que no sea un mantel tu falda,
Corazón valiente, que no tengas dueño.

Que no te regalen falsas nubes,
Que los treinta se dejen tocar,
Que los veintisiete de octubre sean siempre lunes,
Para volver a empezar.

Que se te desvele otro miércoles,
Que no te dejen sin ti,
Que vuelva indolente algún jueves,
Que cada mes sea septiembre,
Que nunca aprendas a sufrir.

Que no sueñes sólo de noche,
Que no te dé por desandar,
Que nunca te lleguen las doce,
Que no te deje el poeta,
Que los papeles se desvelen por llegarte a tocar.

Que no te apaguen la luz de los flashes,
Que no te encuentre la guardia civil,
Que no te alquilen un cuarto en Montparnasse,
Que no te saquen cuatro ases,
Que no te olvides de mí.

Que no te regalen falsas nubes,
Que los treinta se dejen tocar,
Que los veintisiete de octubre sean siempre lunes,
Para volver a empezar.

Que no seas consecuencia de causa,
Que no te empañen el cristal,
Que no termines sola La Náusea,
Sin que te la pueda explicar.

Que no tengan prisa los cordeles,
Que no te abandone la curiosidad,
Que no me pidan visa tus cuarteles,
Que las canas te sean siempre infieles,
Que volvamos a empezar.

Que no calques los demonios,
Que no te dé por dejar de responder,
Que nunca seas agua con sal para los odios,
Que algún día te dejes querer.

Que no te regalen falsas nubes,
Que los treinta se dejen tocar,
Que los veintisiete de octubre sean siempre lunes,
Para volver a empezar.

Que no te exilien las pupilas,
Que no te emborraches con merlot,
Que no se te haga vertical la risa,
Que el pecho encienda la chispa,
Que no tenga esquinas tu corazón.

Que el alcanfor se vaya de tu cama,
Que no te endulcen los aplausos,
Que no escuches cuando ladran,
Que no te duelan los pies después de cada jornada,
Que no llores sola en el armario.

Que no te llegue nunca el después,
Que no te bese la nuca la noche,
Que no encuentres ningún juez,
Que no se te arrugue el jersey,
Que en la cartera no entren los soles.

Que no me sientas en duelo,
Que no esperes un taxi en Tel Aviv,
Que no busques aviones procurando vuelos,
Que seamos sinceros,
Que todo es aquí.

Que nunca digas nunca,
Que no te mienta la verdad,
Que no te hagan ole las musas,
Que no encuentres excusas,
Que a tu florero el invierno no sepa llegar.

Que no me mates como al toro,
Que no encanalles la madrugada,
Que no te pierdas por otros,
Que no te toquen los tontos,
Que mis dedos vuelvan a tu espalda.

Que no te regalen falsas nubes,
Que los treinta se dejen tocar,
Que los veintisiete de octubre sean siempre lunes,
Para volver a empezar.

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