lunes, 11 de julio de 2011

La mujer casada que fue mi amante

Ni virgen, ni puta en celo,
Ni verdad, ni te miento,
Ni cómo, cuándo, o por qué.
Ni condones, ni biblia de oficio,
Ni hambre de canibalismo,
Ni rayas de coca o hachís.

Ni rubia, ni morena, ni zurda,
Ni gata, cornisa, maúlla,
Ni persa, ni santa, ni sí.
Nombre hebreo, mano amiga de las braguetas,
La mejor compañera para el sexo y el dossier.

Lectora, no de revistas,
Bunbury, tacos, faldas, más de treinta visitas,
Parda como el atardecer de la epistemología,
Dulce y amarga como el café.

Su departamento era una esquina,
En Aprofe una oficina,
Conmigo era Simone de Beauvoir,
Janis Joplin para Cohen,
Yo, famoso aunque no me conocen,
Creyó en mí cuando nadie creyó.

Ni Sócrates ni apología,
Ni moteles ni tranvía,
Ni matrimonio entre los dos.

Ni Kierkegaard ni Regine Olsen,
Cabaré parisino, table, tarot, marido con cuernos,
Siempre le debí una canción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario