domingo, 10 de abril de 2011

Duque de Windsor y Wallis Simpson

No soy el novio de mi novia, el hijo de mi padre, el blog amarillo de tus notas
No soy la basura en tu basural
El rímel en tus pestañas, el desorden del orden mundial.

No soy los papeles de los banqueros, la prensa con voces en eco
La cofradía al peor postor.

Soy el Duque de Windsor si lo que escribo es mi Wallis Simpson
Si mis amantes me echan de más y por menos a la orilla del Nilo
Mujeres que odiaban si al altar le huyo
Y me niego a la alegría de esa tristeza
Quizás por la cafeína dulce y lo correcto de lo absurdo.

No soy el puente entre en tus pechos, la diadema en tu pelo, tus medias de nylon
El reloj de bolsillo, el sucio entredicho de los hipócritas de la paz
No quiero lo que quiero por querer quererme un poquito más.

Aunque caigan rayos azules como el azul del capitalismo
Entre mi pecho rojo por el beso del sol
Y me censuren por decir lo que nadie ha dicho
Aquello de que la guerra es el espíritu de su dios.

Y me dan por idiota y musaraña
Pero idiota significa único, y musaraña tiene media palabra de musa
Y musa viene de museo, ¡y a la verga los museos! Son al arte la trampa
Que masturban tu cerebro los lunes por la mañana.

No soy el miedo de la oligarquía que mete hambre al poeta
Uno no se lo creyó y ese fue el malo Bob Dylan
Y desde Dylan hasta Sabina tocamos jazz con trompetas
Y escribimos con rabia y pluma de esgrima.

Hago guerra diciendo paz, como en el feudo que me toman por capataz
Y hunden el pecho, recto y erguido, “imbécil, aprende a obedecer!”
Y aunque niego lo que me niegan, madrugo para hacerles el pan
Y desayunarlos con el futuro de ayer.

No soy la libreta marrón que se acuesta a tomar el sol sobre la barra del café
Todas las mañanas a eso de las nueve en punto.
Fiel al silencio de los parasoles en desuso,
Que matan con aplausos a tu vacío neceser.

Soy la ofensa de aquellos, que gritan democracia y libertad
Que se esconden en los piolines de los periodiqueros, y dan la cara con antifaz
Soy el verbo de los caídos, la tilde de lo incorregible
La nana de la soledad.

No soy el quieto de los tablones, ni la carpa del circo
No soy el ciego de los mentores, de los sabios que a tu voto le dan un guiño
No soy la fila del banco, ni el semáforo de la rutina
Que se suicida de madrugada, se va a dormir y sueña contigo.

No soy la Santa Elena donde duerme el Napoleón que no soportan
A millas en ultramar del Reino Unido
Pero juzgado en inglés, cerquita de Angola.

No alimentaré la Royal Collection, ni muero si me niegan los sueños
Que para algo sirven los muertos, y es para darle vida a la historia
Y yo deciros la verdad.

No toco jazz en Diva porque me pedían un demo
Para salir en la tele hay que pagar
Y para pagar hay que hacerse el ciego.
Y volver a los coros de sacerdotes con pantalones erectos
Que dan de comer al hambre, dejando niños en la calle
Por la guerra a la anticoncepción.

Los mismos que atacan al artista
Y hacen gorda la vista
Cuando siguen abiertas las venas de la América infinita
De la patria populista que atacan desde Washington.

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