domingo, 1 de enero de 2012

Al final de la noche

La madrugada sin un sello en la boca,
Las bombas que destripan los coches,
La soledad como amante con ropa,
Siempre llegan al final de la noche.

La jaqueca con sus píldoras de excedrín,
La coca de septiembre que me desconoce,
Las mujeres de las que nunca me arrepentí,
Siempre llegan al final de la noche.

El vacío de cama y Manuela desnuda con frío,
El Merlot dulce sin su afán de descorche,
La mueca mentirosa para no olvidarme que rio,
Siempre llegan al final de la noche.

La ceniza que me dibuja en la espalda,
Las minas que no me conocen,
El tinte de pelo para taparme las canas,
Siempre llegan al final de la noche.

Las lectoras que me hacen el favor,
Los veintitrés que saben tan cuarentones,
El Titanic que se ahoga en tu corazón,
Siempre llegan al final de la noche.

Y cuando entra la madrugada
Hasta el yo más miserable quiere ser aceptado,
Porque nada lindo tiene el llegar a casa
Y sentir sólo un beso inventado.

Y cuando entra la madrugada
Hasta la luna finita me da la espalda,
Prefiere estar sola que mal acompañada,
Dice, la muy puta, cerrando una puerta sin chapa.

El recuerdo de la novia que nunca me duró,
El oro que nunca conoció a su broche,
Las mentiras que inventé por sentirme Miró,
Siempre llegan al final de la noche.

Las manos tan solas en los bolsillos,
El suéter negro del fantoche,
Y éste matador más solo que vivo,
Siempre llegan al final de la noche.

Ya no estoy para escaleras a ningún balcón,
Y las golondrinas cuentan que el exilio es de hombres,
Irme a la esquina con otra que no tenga corazón,
Que nunca llega al final de la noche.

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