sábado, 12 de noviembre de 2011

Di

Sigues acostada en agendas y dudas,
Con todo por delante de la espalda,
Yo teniendo las respuestas y tú las preguntas.

Y cruzamos los dedos para volvernos a ver
Cuando es de noche y huele a oficina,
Que el celibato que traigo no duela de día.

La cortina de tus ojos sin pestañas,
Regresando el septiembre de tu revolución.
Porque siempre llovía antes de conocer tu cama,
Que no te caliente como yo el edredón.

Porque soy el trapecista en tu pecho,
El sueño que se acuesta con tu desvelo,
Un acertijo besándote en mis cigarrillos,
Que siempre duerme a tu lado derecho.
Aunque no soy lo que guardas en la alcancía,
Como viajes a Siberia o el hombre soñado de tu vida,
Pero ¿para qué soñar si somos reales?
Pagando los besos de nadie fiándome cada día,
Mariposas en la calle,
Calcando peros en el aire como pistilos que se suicidan.

Butaca al borde de la chimenea
Quemando a las caricias anarquistas,
Que tanto sueñan con el orden entre tus piernas
Al que se llega con aranceles de saliva.
Un Bellagio que se ahoga entre los dos,
En copas de ron y escalofrío, los besos escondidos.


Cualquier te quiero mucho es obsoleto,
Como si querer tuviera sastre a la medida,
Digo la verdad cuando miento,
Y es mentira que me envenene la nicotina.

Descorcha el corazón cuando llegue el otoño
Y extradítame como a un piano siempre de negro,
Porque el reloj me deja siempre tan solo
Mientras, contando los taxis, te espero.

Porque querer es un fósforo encendido,
Úsalo antes que llegue el olvido,
Somos el abanico abierto de Romeo y Julieta,
Mientras sean infieles las casadas con los poetas.
Y hagamos el amor sin sordina,
Con vino barato desnudando la cama de Lombardía,
Antes que aterrice con su sol la madrugada,
Y los reproches en el desbroche de tu falda
Perfumada con incienso,
Y la religión de tu boca genocida,
Empañando mi frente con tu liguero y agua bendita.

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